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Un vistazo a los diferentes programas que nos ofrece la
televisión nacional es suficiente para observar la baja calidad de sus
contenidos pero lo preocupante es ver además la creciente aparición de
programas concurso que no transmiten ningún
mensaje realmente positivo al televidente, sino que exhiben un mal
cultural. El del facilismo y el afán por conseguir lo que sea a cualquier
precio.
No hay que olvidar que la televisión y los programas
concurso son principalmente entretenimiento, pero a costas de perder los
valores y alejarnos de la realidad de las cosas, como lo vienen haciendo los
canales privados que han sabido capturar audiencia haciendo auténticos shows
ridiculizando la necesidad de una mejor calidad de vida.
Y es que es una pena ver a la gente saltar, gritar y hacer
todo tipo de gestos y monerías por ganarse cualquier aparato o dinero. Habrá
muchos colombianos felices con ese tipo de programas, pero éstos son nuestros propios
fracasos como cultura, pues la realidad es que la vida no se trata de un concurso
donde la felicidad llega fácil consiguiendo un bien material.
El surgimiento constante de programas de este “estilo” se
suma a la gran cantidad de espectáculos y reality shows forzosamente adaptados
a nuestro contexto, donde algunos incluso parecen no tener fin y que a la final
solo ponen la dignidad de los participantes en el suelo. Lo grave de todo
esto es que los canales de televisión parecen ignorar que la televisión también
enseña y es un medio de formación de hábitos sociales.
Los programas concurso están promoviendo la “cultura” de lo fácil y lo rápido. La televisión colombiana además deja la sensación de una gran ausencia de creatividad e ideas al presentarnos la misma oferta, formatos y contenidos trabajados desde muchos años atrás, pero eso es otro cuento. Lo más lamentable es el facilismo que se proyecta, un mal que amenaza la capacidad de esfuerzo de las personas, con actos irrisorios para mostrar un confort falso y enfermizo, cuando lo que necesitan (participantes y televidentes) es educación aparte de simple entretenimiento.
Está claro que el único objetivo de la televisión nacional es el de entretener, el resto al parecer no le compete… así que debemos aprender a distinguir lo que vemos y entender que lo que queremos se consigue con trabajo, tiempo y dedicación. Lo importante, creo yo, es la manera como vemos y nos
apropiamos de esos contenidos, no quedarnos con lo de siempre, ver más allá y
preguntarnos para qué nos sirve, porque solo nosotros podemos darle un giro a
esto, para que el futuro de la televisión y de algunos programas en
particular sea de entretención sana y de calidad.