viernes, 26 de octubre de 2012

Un instante


En el Universo hay instantes tan inmensos y oscuros como él mismo, aquellos en los que no se hallan pautas ni formas, pueden incluso ser imprecisos. Sin embargo, son también espectaculares, con tanta energía que recorren velozmente distintos mundos. 

Pero son instantes, solo eso. Tal vez aparecen cuando no es el momento y resultan más que inesperados, situación que pone a prueba hasta a la más insignificante existencia. 

En ese Universo el vacío fue el culpable. El gran culpable de aquél big bang. Maldito vacío. Maldito big bang. Pero el más maldito pudo haber sido el espectro de un punto en el infinito. Tan apartado, tan peligroso y solo parcialmente recorrido nunca.

Ya no interesa conocer ese punto, pues está a años luz de distancia y no afectará jamás ningún otro lugar. Aunque su colapso causara su propia decadencia, hay que reconocer que ese punto fue importante en el espacio y el tiempo.

Finalmente el espacio y el tiempo es lo que importa. Tras ese instante el Universo continúa expandiéndose y ahora es más estable, más frío y más profundo.

jueves, 19 de julio de 2012

Un concurso por la vía (vida) fácil

Imagen  www.mentestop.com

Un vistazo a los diferentes programas que nos ofrece la televisión nacional es suficiente para observar la baja calidad de sus contenidos pero lo preocupante es ver además la creciente aparición de programas concurso que no transmiten ningún  mensaje realmente positivo al televidente, sino que exhiben un mal cultural. El del facilismo y el afán por conseguir lo que sea a cualquier precio.

No hay que olvidar que la televisión y los programas concurso son principalmente entretenimiento, pero a costas de perder los valores y alejarnos de la realidad de las cosas, como lo vienen haciendo los canales privados que han sabido capturar audiencia haciendo auténticos shows ridiculizando la necesidad de una mejor calidad de vida.

Y es que es una pena ver a la gente saltar, gritar y hacer todo tipo de gestos y monerías por ganarse cualquier aparato o dinero. Habrá muchos colombianos felices con ese tipo de programas, pero éstos son nuestros propios fracasos como cultura, pues la realidad es que la vida no se trata de un concurso donde la felicidad llega fácil consiguiendo un bien material.

El surgimiento constante de programas de este “estilo” se suma a la gran cantidad de espectáculos y reality shows forzosamente adaptados a nuestro contexto, donde algunos incluso parecen no tener fin y que a la final solo ponen la dignidad de los participantes en el suelo. Lo grave de todo esto es que los canales de televisión parecen ignorar que la televisión también enseña y es un medio de formación de hábitos sociales.


Los programas concurso están promoviendo la “cultura” de lo fácil y lo rápido. La televisión colombiana además deja la sensación de una gran ausencia de creatividad e ideas al presentarnos la misma oferta, formatos y contenidos trabajados desde muchos años atrás, pero eso es otro cuento. Lo más lamentable es el facilismo que se proyecta, un mal que amenaza la capacidad de esfuerzo de las personas, con actos irrisorios para mostrar un confort falso y enfermizo, cuando lo que necesitan (participantes y televidentes) es educación aparte de simple entretenimiento.

Está claro que el único objetivo de la televisión nacional es el de entretener, el resto al parecer no le compete… así que debemos aprender a distinguir lo que vemos y entender que lo que queremos se consigue con trabajo, tiempo y dedicación. Lo importante, creo yo, es la manera como vemos y nos apropiamos de esos contenidos, no quedarnos con lo de siempre, ver más allá y preguntarnos para qué nos sirve, porque solo nosotros podemos darle un giro a esto, para que el futuro de la televisión y de algunos programas en particular sea de entretención sana y de calidad.

sábado, 9 de junio de 2012

Comprometidamente


Muchas cosas deambulan en nuestra cabeza cada segundo, minuto, hora, día. Imágenes, sonidos, olores, sensaciones y pensamientos. Nos permitimos, como es natural, pensar sobre cualquier aspecto y olvidarlo al mismo tiempo. Así permanecemos de forma indeterminada y luego formamos poco a poco un cúmulo de consideraciones. 


En la vida llegamos a cierto punto donde establecemos ciertos conceptos, claves, fijos en nuestro interior e importantes para nosotros que marcarán sin duda nuestro camino. Y entre tantas nociones, para mí, aparece el compromiso. La palabra compromiso es utilizada para indicar cualquier tipo de convenio o acuerdo que se traduce luego como un deber. Esta palabra ha crecido conmigo y continúa su arraigo. 


Por fortuna en mi vida he podido presenciar muchos contrastes, que me llevaron a entender el compromiso que tengo. No es un compromiso con alguien específico, es conmigo mismo, con mis ideales y mis deseos, pero sobre todo con las demás personas, con el mundo. No se trata de un compromiso cívico, aquel que habla de la responsabilidad de todos como ciudadanos para el beneficio mutuo, que por cierto deberíamos todos poseer. 


Se trata pues de contribuir un poco a la sociedad. Es parte de mí deber aportar lo mejor en este mundo tan convulsionado. Es una labor motivadora que me propongo con gran entusiasmo y que haré comprometidamente.